La formación en riesgos laborales abarca un amplio abanico de áreas, ya que las posibles vicisitudes a las que puede enfrentarse un trabajador en el desempeño de sus tareas son mucho más variadas de lo que a primera vista parece.
Por lo general, al hablar de riesgos laborales, lo primero que se piensa es en riesgos físicos como caídas y golpes, pero este apartado incluye también la contaminación acústica, vibraciones y condiciones adversas de luz y humedad.
Aparte de éstas, existen otras amenazas para la salud del trabajador. Dependiendo del puesto de trabajo, pueden existir riesgos químicos o biológicos, que deben prevenirse y/ o minimizarse, pero también, en entornos de trabajo menos peligrosos se pueden presentar problemas.
Una oficina no está exenta de riesgos, en este caso ergonómicos, un tipo de riesgo que también es muy frecuente en centros y plantas de producción, debido a posturas inadecuadas o manejo de pesos.
Los riesgos mecánicos y ambientales también han de ser previstos. Cuando los trabajadores han de llevar a cabo tareas usando maquinaria, en altura, o en superficies inestables, es bastante frecuente la aprición de incidencias, al igual que cuando los trabajos se desarrollan al aire libre y las condiciones atmosféricas como viento o lluvia son un condicionante para su ejecución.
Por último, aunque no menos importante, hay que prestar atención a los riesgos psicosociales. La monotonía, el estrés y la ansiedad son elementos que condicionan de forma significativa la realización de cualquier trabajo y que afectan a un número mucho mayor de personas de lo que comunmente se piensa.
Como puede comprobarse, la variedad de posibles condicionantes es muy amplia, de ahí la importancia de que las personas responsables de este área cuenten con una formación en riesgos laborales completa y exhaustiva en cada una de ellas.
